Nuestro instituto
San Benito nos inspira cómo institución

San Benito de Nursia (c. 480 - 547), fundador de la Orden Benedictina y figura trascendental en la espiritualidad cristiana, dejó un legado que trasciende los muros de los monasterios y se extiende a las esferas más amplias de la vida, incluida la educación. En el Instituto para el Desarrollo San Benito, de Panamá, su ejemplo nos guía no sólo en la formación académica, sino en la formación integral de cada estudiante.
La Regla de San Benito, con su enfoque en la estabilidad, la escucha y el trabajo bien hecho, ofrece una visión educativa en la que cada joven es visto como un ser completo, digno de atención y respeto. Para San Benito, la educación no es simplemente la transmisión de conocimientos, sino la formación del carácter, donde el aprendizaje se integra con la vida diaria y el crecimiento espiritual en Cristo.
En este sentido, el ora et labora (reza y trabaja) de San Benito se proyecta como un equilibrio entre la enseñanza académica y la formación ética. Aquí, el estudio no se ve como una actividad aislada, sino como parte de un proceso más amplio que busca cultivar en los estudiantes la disciplina, el sentido de comunidad y la responsabilidad personal.
San Benito también nos enseña la importancia de la hospitalidad y la caridad. En el Instituto, esto se traduce en un entorno donde cada estudiante es acogido con sus talentos y necesidades particulares. Se promueve una cultura de respeto por la individualidad y la comunidad.
Además, el compromiso con el trabajo bien hecho, tan relevante en la espiritualidad benedictina, inspira nuestra misión educativa. Fomentamos en nuestros estudiantes la excelencia académica, pero también el amor por el detalle, la paciencia, y el esfuerzo constante. No se trata solo de alcanzar metas, sino de valorar el camino recorrido y el crecimiento que ocurre en el proceso.
Asimismo, la humildad, una de las virtudes fundamentales en la Regla de San Benito, nos invita a formar estudiantes conscientes de sus propios límites, pero también de su potencial. En el Instituto para el Desarrollo San Benito, la educación es un viaje de autoconocimiento y desarrollo personal, donde cada estudiante es animado a ser la mejor versión de sí mismo, siempre con la mirada puesta en el servicio a los demás y la grandeza de Panamá.
Digna de mención es Santa Escolástica, la hermana gemela de San Benito, fundadora de la orden de monjas benedictinas, expandió la regla y la espiritualidad benedictina hacia las muchachas de su época. Aunque vivían en conventos separados, ambos mantenían una profunda relación espiritual y se reunían una vez al año para conversar sobre temas religiosos y la vida monástica.
Hay un pasaje biográfico que nos habla de la profundidad espiritual de Santa Escolástica. Pocos días antes de su muerte fue su hermano a visitarla y después de haber pasado el día entero en charlas religiosas, el santo se despidió y se dispuso a volver al monasterio. Era el primer jueves de Cuaresma del año 547.
Escolástica le pidió a San Benito que se quedara aquella noche charlando con ella acerca del cielo y de Dios. Pero el santo le respondió: ¿Cómo se te ocurre hermana semejante petición? ¿No sabes que nuestros reglamentos nos prohíben pasar la noche fuera del convento? Entonces ella juntó sus manos y se quedó con la cabeza inclinada, orando a Dios. Y en seguida se desató una tormenta tan espantosa y un aguacero tan violento, que San Benito y los dos monjes que lo acompañaban no pudieron ni siquiera intentar volver aquella noche a su convento. Y la santa le dijo emocionada: "¿Ves hermano? Te rogué a ti y no quisiste hacerme caso. Le rogué a Dios, y El sí atendió mi petición".
Y pasaron toda aquella noche rezando y hablando de Dios y de la Vida Eterna. Benito volvió a su convento de Montecassino y a los tres días, al asomarse a la ventana de su celda vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo. Entonces por inspiración divina supo que era el alma de su hermana que viajaba hacia la eternidad feliz. Envió a unos de sus monjes a que trajeran su cadáver, y lo hizo enterrar en la tumba que se había preparado para él mismo. Pocos días después murió también el santo. Así estos dos hermanos que vivieron toda la vida tan unidos espiritualmente quedaron juntos en la tumba, mientras sus almas cantan eternamente las alabanzas a Dios en el cielo. Estos ejemplos nos inspiran a formar no sólo mentes, sino corazones, en un ambiente donde la fe, la razón y la acción se integran para el desarrollo pleno de cada persona. San Benito y Santa Escolástica, rogad por nosotros.